martes, 29 de mayo de 2012

AZAR NAFISI



Iraní, ahora residente en los Estados Unidos, aunque ha escrito un vasto numero de obras, es famosa en Italia y mas allá sobre todo por su "Leer Lolita en Teherán", un relato autobiográfico extraído de la experiencia de la propia Azar, que luego de haberse licenciado de la universidad de Teherán a causa de la repetida censura y obstruccionismo por parte de las autoridades decide invitar a alguna de sus alumnas a encuentros en su casa para discutir de literatura. Y es así que entre un té y una masita (cuyo perfume nos parece sentir) estas mujeres, liberadas del burqa, comparten sus historias y los eventos de sus vidas, en un Irán atormentado por oprimentes reglas sociales y religiosas. El sitio web de Azar: http://www.azarnafisi.com/



Azar Nafisi nació en Teherán. Con trece años, abandonó su país para seguir estudiando en Europa y, sucesivamente, en los Estados Unidos.

En la universidad se incorpora a la Unión de los Estudiantes Iraníes, enfrentados al régimen del Cha, estudia Marx y los principales teóricos de izquierdas, asimismo dedicándose apasionadamente a la lectura de autores como Eliot, Auster, Plath, Nabokov y Fitzgerald.En 1979, año de la revolución de Komeini, regresa a Irán.Trabaja como asistenta en el Departamento de Inglés de la Universidad de Teherán, pero en 1981 es expulsada por rechazar el velo islámico que había llegado a ser obligatorio.

Vuelve a la enseñanza en 1987 como profesora asociada en la Free Islamic University, y sucesivamente en la Allameh-Tabatabaii de Teherán, distinguiéndose por sus ideas liberales, que siempre ha manifestado a pesar del clima de fuerte represión política.En 1994, un año antes de su retirada de la vida académica en Irán, publica un libro dedicado al escritor Vladimir Nabokov: Anti Terra. A critical Study of Vladimir Nabokov’s Novels.

En las universidades iraníes habían vuelto a separar a los hombres de las mujeres. Por sus pasillos patrullaba la guardia femenina, que hurgaba en los bolsos de las alumnas para requisar el colorete o un suave pintalabios, objetos pecaminosos para los integristas islámicos.


Quince años después de que Jomeini tomara el poder, en 1995, Teherán vivía un asedio fundamentalista que oscurecía periodos pasados de relativa apertura.

En esa época, una profesora de Literatura Inglesa, Azar Nafisi, harta de las restricciones de su universidad, se reunía cada jueves por la mañana en su casa con un grupo de siete de sus ex alumnas universitarias y empezó a leer los textos de su asignatura y comentar obras de la literatura occidental prohibidas por el régimen iraní con total libertad.Algunas de ellas venían de familias religiosas y conservadoras, otras eran laicas y progresistas y varias habían estado en prisión.


Experta en la obra de Vladimir Nabokov, eligió Lolita como libro para comentar.
La novela aborda el deseo de un cuarentón, Humbert Humbert, por una niña de 12 años, a la que lleva por las carreteras de Estados Unidos.La elección de Nafisi era arriesgada, ya que la junta de profesores de su universidad había eliminado la palabra «vino» de una obra de Ernest Hemingway y censuraba la obra de Emily Brontë porque en ella no se condena el adulterio, según relata la profesora en Leer ‘Lolita’ en Teherán.


La interpretación que ofrecieron las siete alumnas sobre el libro de Nabokov se basaba en su propia experiencia como mujeres en Irán.Si gran parte de los críticos, según Nafisi, catalogaban a la niña protagonista como una criatura mimada, caprichosa y perversa, las asistentes al curso privado de la profesora la veían como un ser indefenso, tierno, esclavo de un hombre que, en definitiva, la secuestra.El protagonista, Humbert, llama a la niña «querida y abyecta putilla», habla de sus «obscenas y jóvenes piernas», se queja de que desprecie sus urgencias sexuales.

Una de las alumnas, Nassrin, relacionó la historia con lo que le había pasado con un tío suyo, que alardeaba de ser «devoto y pío». Este familiar había abusado sexualmente de ella cuando tenía 11 años, aun cuando pretendía mantenerse casto y puro para su futuro matrimonio y se negaba a tener amistad con mujeres.

El tío de Nassrin cuidaba de ella tres veces por semana. Le ayudaba con el árabe y a veces con las matemáticas. También la manoseaba todo el cuerpo mientras repetía los tiempos verbales.A Lolita y a Nassrin les habían robado su infancia. La niña de la novela de Nabokov era una especie de criatura imaginada por su raptor. A la víctima no le había quedado más remedio que someterse a esa imagen elaborada por la fantasía de un hombre que decía quererla cuando en realidad estaba abusando de ella. De igual manera, dijo otra de las alumnas, Manna, los iraníes tuvieron que convertirse en un producto de la imaginación de Jomeini, y así en sus esclavos.

Las estudiantes de la profesora Nafisi sentían remordimientos sobre sus lecturas. Si la historia era tan trágica y abominable, ¿cómo les podía causar placer leerla?, se preguntaba Mitra.El clima de represión, orquestado por el Gobierno y aplaudido por los numerosos hombres que lo justificaban, les pasaba factura. Llegar tarde a clase, reírse en los pasillos y hablar con hombres estaba castigado.

El clásico del mundo árabe Las mil y una noches alcanzaba precios altísimos en el mercado negro, único espacio donde podía comprarse. Leer Lolita era, más que una afrenta, una blasfemia.

No obstante, cuando las alumnas de Nafisi acudían a su piso, se desprendían de los velos y los vestidos largos y se quedaban en camiseta o en ropa de color, un secreto cromático que les permitía respirar un aire de libertad mientras leían la novela de Nabokov, el gran amante del colorido de las mariposas.Los colores estaban vedados en Irán. El director de la censura cinematográfica en Irán tenía la vista maltrecha. Un ayudante se sentaba junto a él en las proyecciones de las películas y le contaba lo que sucedía en la pantalla. El censor indicaba lo que había que modificar mientras le escuchaba.

Las clases de Nafisi terminaron después de dos años. Hija de un rico diplomático encarcelado por el régimen chií, había estudiado en Suiza el bachillerato y en Oxford con una beca.

En 1987, entró como profesora en la Universidad de Allameh Tabatabai, la más liberal de Irán. En uno de los periodos más intransigentes de los ulemas, el centro fue vigilado en corto por los defensores de la revolución.

Entre los autores que debía abordar en sus clases se encontraban Henry James, Jane Austen y Scott Fitzgerald, escritores que escribieron con una libertad que no existe en Irán.

El resultado de aquella experiencia lo recoge la autora, que es actualmente profesora en la Universidad John Hopkins, en Estados Unidos, en esta obra, titulada gráficamente "Leer 'Lolita' en Teherán".



COSAS QUE HE CALLADO




AZAR NAFISI


LA HISTORIA RECIENTE DE IRÁN CONTADA POR LA AUTORA DE LEER LOLITA EN TEHERÁN

«Enamorarme en Teherán. Ver los hermanos Marx en Teherán. Leer Lolita en Teherán...» Así empezaba la lista de cosas secretas que Azar Nafisi escribió en su diario. Una lista que siguió con leyes represoras y ejecuciones, abominaciones públicas y políticas, traiciones privadas que implicaban a personas próximas. Con la distancia de los años, Azar Nafisi ha decidido rememorarlas y contar qué significa nacer y crecer en Teherán. Bajo la sombra de un padre idealizado, alcalde de la ciudad durante la época del shah, y expuesta a los vaivenes de una madre complicada y frustrada por no ver cumplidos sus sueños profesionales y románticos. Azar Nafisi creció en un entorno rico en hipocresías.

Con Cosas que he callado, Nafisi compone un catártico retrato de una familia excepcional y, a la vez, universal. Empezando por su infancia difícil, su primer matrimonio fallido, sus encontronazos con la injusticia y el despertar de su activismo político en la República Islámica de Irán, analiza los acontecimientos y las personalidades que la llevaron a ser una mujer valiente, comprometida e insubordinada. Desde su domicilio estadounidense, reflexiona sobre el poder de los silencios y chantajes sobre los que se sustentan todas las dictaduras y algunas familias, como el más cerrado de los sistemas totalitarios. Quienes conozcan ya a Azar Nafisi, encontrarán aquí la emoción de leer algo auténtico y valiente, palabras que llegan desde las calles y jardines de Teherán.

«HE SIDO CAUTIVADA POR LA MANERA EN QUE NAFISI NOS CUENTA CÓMO HA DESAFIADO LA GUERRA DEL ISLAMISMO RADICAL CONTRA LAS MUJERES. SUS MEMORIAS CONTIENEN IMPORTANTES Y COMPLEJAS SOBRE LOS ESTRAGOS DE LA TEOCRACIA. »







"Leer Lolita en Teherán es, como Persépolis, una historia autobiográfica escrita por una mujer, en este caso Azar Nafisi, una profesora de literatura inglesa de la Universidad de Teherán que actualmente reside en Estados Unidos. Ilusionada inicialmente por la Revolución, que anunciaba tiempos de libertad y apertura, Nafisi pronto se vio decepcionada por el giro islamista y autoritario del régimen, bajo el ayatollah Jomeini, y en 1981 tuvo que abandonar sus clases en la Universidad por negarse a llevar velo. Es entonces cuando decide montar un "club de lectura" con siete de sus mejores alumnas, con las que comentará las obras de Scott Fitzgerald, Henry James, Nabokov o Jane Austen que sirven de contrapunto e hilo conductor de la narración.

Lo más interesante de Leer Lolita no es, por lo menos para mi gusto personal, la anécdota individual de la autora, sino la ambientación histórica, la presentación de los conflictos de las mujeres y los jóvenes protagonistas en la República Islámica. A ratos, el libro resulta algo lento, y al comienzo recuerdo que me costó engancharme, pero la descripción de la revolución, la guerra y la instauración de la República Islámica me parecieron apasionantes.

Naturalmente, tratando de un tema tan candente, la obra de Nafisi no ha escapado a la polémica. De hecho, ha sido acusada de ser una obra colonialista (aunque de origen iraní, como Pastrani, Nafisi estudió en el extranjero, concretamente en Reino Unido y Estados Unidos, antes de volver a Irán) y neoconservadora. Incluso, un furibundo crítico de la Universidad de Columbia la acusó de ser un instrumento de propaganda de la administración Bush en preparación para su invasión de Irán. Estas críticas, que en mi opinión son exageradas e injustas, sí encierran en cambio una verdad: el que la novela estuviera durante más de 100 semanas (casi dos años) en la lista de los más vendidos del New York Times se debe sin duda, al menos en parte, al hecho de que la novela -escrita originalmente en inglés, por cierto- ofrece una visión que encaja perfectamente con la concepción occidental del régimen de Ahmadineyad en concreto, y del islamismo radical en su conjunto. "

- fragmento del blog Un libro al día: Cada día, una nueva reseña.
http://unlibroaldia.blogspot


 

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